
¿Qué cosa es el
desarrollo sostenible? ¿Es un fruto meramente económico? ¿Una invención
de las estadísticas? ¿Un nuevo problema inventado? ¿Perú lo tiene? ¿Estamos creciendo como ningún otro? ¿Nuestro éxito económico nos salvará ahora?
El desarrollo sostenible es un término que trasciende lo meramente
económico, pero que, paradójicamente, al mismo tiempo tiene enteramente
que ver con la economía de un país o un conjunto de países. Consta, por
un lado, de mantener en equilibrio los aspectos ambiental, social y
económico de un país, pero al mismo tiempo, se presenta como un
condicionante para un crecimiento económico y saludable.
¿De qué depende su equilibrio?
El equilibrio depende tres elementos: el crecimiento económico, el bienestar social y la conservación ambiental.
Como se puede ver en el
gráfico, la balanza se ubica al centro, donde se conjuga el crecimiento
económico, el bienestar social y la conservación ambiental. Asimismo, se
pueden observar también las distintas combinaciones que surgen de los
tres elementos:
─Crecimiento económico + conservación ambiental = viable
─Conservación ambiental + bienestar social = soportable
─Bienestar social + crecimiento económico = equitativo
¿De quién depende mantener este equilibrio?
Está claro que no basta
con cerrar el grifo mientras uno se jabona las manos. Se necesitan
acciones decididas por parte de los gobiernos y las empresas para
enfrentar la problemática del desarrollo sostenible y comprometerse por
este y no por otro tipo de rumbo. Acciones que estimulen la expansión
económica a partir del bienestar social y la no depredación de los recursos naturales.
¿Problema del nuevo siglo?
En el Perú el desarrollo
sostenible ha sido una preocupación que ha venido recién con el nuevo
siglo, pero, claro, eso no significa que el problema no haya existido
desde hace mucho (o siempre). Hasta antes de aquello, pocas eran las acciones que hacía el Estado en pos de la conservación ambiental y social,
pues en lugar de solucionar ambas problemáticas, creaba hoyos más
profundos, ya sea cometiendo acciones violentas en los lugares de la
problemática social o privatizando las energéticas. Sin embargo, el
decir que es una preocupación que aparece en el Perú a partir del nuevo
siglo (se entiende, durante los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan
García y el actual presidente, Ollanta Humala) no significa que ahora se
estén tomando las medidas justas. El contexto económico en el que vive
nuestro país hace difícil el adoptar medidas que se ajusten a llevar un
desarrollo sostenible adecuado.
Pero si nuestro país está creciendo y cada vez más
Esta es básicamente la
pregunta que todos se hacen con respecto a este problema ¿Cómo un
contexto económico, un estado, un país en pleno auge puede dificultar
políticas sociales y ambientales? La respuesta es sencilla; desorden. En
primer lugar, habría que señalar que el crecimiento económico del Perú se debe en gran medida a la liberalización del mercado nacional.
Ello ha permitido la entrada de capitales extranjeros e inversión que
definitivamente ha favorecido al país. Pero es aquí también donde nace
el problema.
País con dueños (otros)
El crecimiento económico
del país depende totalmente de las inversiones extranjeras, y por ende,
de sus intereses, que son en su mayoría; cerrados, siempre mirando a su
propia industria. Al empresario extranjero poco o nada le interesa que
el Perú desarrolle una industria nacional capaz de competir. Lo que le
interesa es que le siga vendiendo materia prima. Cada vez que surge una iniciativa coherente, que concuerde con los intereses sociales y ambientales, esta debe someterse al juicio de los grandes poderes económicos (llámense
inversionistas), que obviamente decidirán por aquello que les conviene,
es decir, por continuar teniendo un poder casi absoluto. El Perú crece,
es cierto, pero atado de manos y de pies. Algo como lo que sucedió con
la renovación de contrato a Telefónica, en la que el Estado tuvo que
‘ignorar’ una deuda de más de 2 millones de soles, así como otras
irregularidades, por no perder una inversión millonaria por parte de la
compañía española. Un crecimiento ficticio, falso, y por ello
seguramente, lastimosamente; fugaz.
Una sociedad en contra del desarrollo sostenible
Por otro lado está el modelo de consumo de la sociedad contemporánea. Se trata de un modelo, que como ya dijimos, tiene como fin el consumo.
Es decir, una sociedad que nos educa para que orientemos nuestras vidas
hacia la acumulación de dinero por y para el consumo. Esto, como es
lógico, genera un ritmo de necesidades productivas vehementes,
exorbitantes. Necesidades, que como ya intuimos, terminan depredando al
medioambiente (por la demasiada explotación de recursos) y empobreciendo
a las personas (por el excesivo e innecesario consumo). Pero,
entiendan, este no es un problema invisible. Ya antes se ha hablado de
ello en una importante cumbre internacional sobre desarrollo
sustentable.
¿Conflicto ambiental o conflicto político?
Por último, como dice el
presidente uruguayo José Mujica en su discurso; no es un conflicto
ambiental lo que está pasando, es un conflicto político, conflicto que
consiste en que los gobiernos decidan gobernar un mercado que ya no
responde a los intereses de la humanidad, sino a los intereses del mismo
mercado. Es decir que, por ejemplo; si a una empresa minera le conviene secar varias lagunas con tal de acumular capital, esa es la ley, porque
el marco económico es quien gobierna, y si se va, morimos. Y si la
población reclama, entonces el Estado declara un estado de emergencia.
Ese es el problema con un país tan entregado al mercado como éste, Perú
país que avanza pero con los pies doblados, con problemas graves, y con
el riesgo de un crecimiento que es sostenible más en el nombre que en la
práctica.
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